28/4/11

Sobre las “listas abiertas” (rudimentos de la Ley Electoral I)


Discúlpenme ustedes si les esbozo, aunque sea someramente, lo que son “las listas abiertas.
No es que les tenga por ignorantes, pero he podido comprobar, en multitud de ocasiones, que la “idea” que tenemos de algunos mecanismos (sobre todo electorales) es, a veces, un tanto peregrina y distante de la realidad. (algún día diré algo a propósito del  “voto útil”)
Listas abiertas, por si alguien no se ha fijado, las tenemos en nuestro sistema electoral para el Senado.
Y, servidor de ustedes, en uso de su libre derecho de elección, tiene a gala desde que le permitieron votar, hacerlo a dos partidos distintos (por razón de utilidad) en primer lugar al candidato número 1 de “su partido favorito” y a continuación a los candidatos números 1 y 2 de otro partido que no siendo “su favorito” tiene posibilidades de obtener 1 o 2 escaños en el Senado por su “provincia” en detrimento de otros partidos aún mucho menos “favoritos”.
Bueno pues eso mismo, pero mucho más divertido, serían las listas abiertas llevadas a las elecciones a diputados (nacionales o autonómicos) o a concejales.
Uno podría votar sólo a los nombres que quisiera de cada lista con el único límite de no votar a más personas que el número de diputados o concejales que tenga su parlamento regional o su ayuntamiento.
Eso le permitiría a usted no tener que “envainársela” si en la lista de su preferencia se hubiera colado un golfo, un vago o un incompetente, pues podría votar a todos los demás menos a él (o ellos) y, o bien renunciar al resto de su capacidad de elección, o sustituirlos por otras personas, a su juicio, honradas, trabajadores o competentes de otro partido.
Bueno pues este exordio viene al caso de que el señor Arturo González quien, que yo sepa, no es primo mío, publica hoy en el diario “público.es” un breve texto con una  autoencuesta, (“prueba del algodón” diría yo) para que cada quien, en la soledad de su alcoba, valore las virtudes que ,sobre la languideciente y poco edificante vida política actual, podría tener la implantación de dicho sistema en todas las elecciones del país y no sólo en el Senado que es una cámara por decirlo amablemente “peculiar”.
No me extiendo más; y, aunque aclaro, que todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes y de ello podríamos opinar más adelante, pongo a su disposición el susodicho enlace.
      

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