Llevaba,
desde el momento en que tuve conocimiento de la nueva “ocurrencia” (o algo
peor) de nuestro cada vez más patético e irresponsable presidente de gobierno,
buscando un modo de hacer entender a mis amigos y conocidos que, incluso estando de acuerdo
(que yo no lo estoy), con el planteamiento que subyace en la reforma
constitucional que pretenden aprobar a nuestras espaldas, es impresentable (e
imperdonable) el hurtar a los ciudadanos, tú, yo y el otro, la posibilidad de
expresar su acuerdo o desacuerdo al respecto.
Y más
aún cuando la “bendita” modificación no va a entrar en vigor hasta, como poco,
el año 2018.
Hoy
en la página de Attac he encontrado no tanto un razonamiento, que también, sino
sobre todo, una consigna.
Y eso
es lo que propongo, a los que estamos en desacuerdo con la propuesta y también a
los que estén de acuerdo.
Nuestra
dignidad de ciudadanos no debe admitir, ni dejar sin sanción, ese desprecio a
nuestro derecho a decidir, o, al menos, a expresar nuestra voluntad en un
asunto que nos concierne tanto desde el punto de vista moral como desde el
material.
Por
eso llamo “a tirios y troyanos” a conjurarnos para no votar a ningún partido
que no exija expresamente en el Parlamento la celebración de un referéndum para
aprobar o rechazar la inclusión de una clausula mercantil en un texto que únicamente
debiera hablar de principios morales, derechos y obligaciones (ciudadanas).
Comprendo
que eso es duro, y algunos dirán que, como la derecha no “vota”, sino que “ficha”,
es darles ventaja.
De
acuerdo: pero, al menos para mí, los principios están por encima de los
cálculos tácticos y, en todo caso, pido a mis amigos del “voto útil” y el “mal
menor” que me expliquen de qué nos han servido tantas contemplaciones.
Aprovecho
la ocasión para preguntarme si este acuerdo no es “la pinza”.
Y se
lo pregunto a los muchos que conozco que se rasgaron las vestiduras (yo entre
ellos) cuando unos diputados de Extremadura se negaron a apoyar al candidato
del PSOE para la presidencia de la Junta.
A
este respecto quiero recordar, aunque a algunos les moleste, que esos mismos
parlamentarios del PSOE que tanto vocearon la traición de IU, se negaron a
presidir la Asamblea (de Extremadura) con los votos de IU y, para evitar riesgos (porque hubieran
sido elegidos), se abstuvieron todos ellos en la votación.
Ítem
más, me pregunto si no es “pinza” el votar junto con el PP en el País vasco.
Perece
ser que, en este caso, no es “pinza”, sino “sentido de Estado”.
Y
dicho esto, confirmo mi opinión, ya expresada, de que "lo de Extremadura" fue una
metedura de pata, no tanto de los parlamentarios de allí, que son muy dueños de
actuar en conciencia (aunque a mí no me convenga, o convenza) sino de D. Cayo
Lara que no debió prometer a los electores lo que no estaba en condiciones de
garantizar.
Desde
ese punto de vista fue, o un engaño (que no lo creo), o un exceso de optimismo que
no le disculpa y no debiera volver a repetirse.
Meditemos,
¡oh, hermanos! sobre las vicisitudes a que nos trajo nuestro desinterés y
menosprecio por las cuestiones de la “polis”.
Como
si, para cuatro días que vivimos, valiera la pena afanarse en otra cosa.
Saludos.
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