30/9/11

Últimos antifascistas asesinados legalmente por el régimen de Franco

Estas fueron las últimas sentencias de muerte dictadas por el Franquismo pero las muertes durante la dictadura franquista están cifradas en 150.000 por los historiadores. Se cometieron además tras arrancar de las manos a la ciudadanía el gobierno elegido democráticamente en las urnas e instaurar una dictadura militar. Y aún nadie ha juzgado a las personas que participaron en estos actos, ni en ese gobierno. No sólo eso, no se ha condenado el Franquismo, no se ha pedido perdón a las víctimas ni a sus familias y ni siquiera han sido desenterradas aún de las fosas comunes en las que yacen desde que fueron asesinados.
Permanecen inertes como sus casos a nivel legal, paralizadas, enterradas. Llevamos 35 años de una supuesta Democracia promovida por una transición “ejemplar”, como la llaman, y seguimos igual en este sentido que cuando se instauró: con nuestras cunetas llenas de desaparecidos y desaparecidas. Y teniendo que aceptar que gente como Fraga que fue ministro de Franco y firmó sentencias de muerte, en lugar de estar cumpliendo condena, haya sido un electo candidato en las urnas años y años en Galicia y sea considerado una persona respetable en nuestra sociedad. De forma que, ni olvido ni perdón, hasta que se haga justicia en todos estos aspectos.
La constitución que firmaron nuestros padres y abuelos, ha permitido que esta ilegalidad se transformara en algo lícito. Una aceptación incondicional que garantiza hacer como si aquí no hubiera pasado nada tras haber estado más de 30 años sometidos a un gobierno dictatorial, inflexible y asesino. De forma que todos los responsables de estos crímenes y cómplices del régimen logran salir exentos de las responsabilidades que hubieran sido consecuentes a sus actos. Y aquí seguimos, 35 años más sin equidad.

Si se trata de dar ejemplo me quedo con el que dan todas las familias de asesinados por Franco que se niegan a perdonar hasta que los culpables paguen por ello o hasta que consigan que los restos de sus hijos e hijas descansen en paz donde ellos puedan visitarlos si quieren. Dejar de luchar y perdonar significaría perder el corazón, lo que nos hace ser personas consecuentes, abandonar a la memoria de sus familiares a la indiferencia. Luchar por lo que es justo es el mejor ejemplo que podemos dar y esto se conseguirá sólo si no perdonamos para que impunemente estas personas se libren de los comportamientos que llevaron a cabo y de las muertes que provocaron.

La pena de muerte que impartía condenas mediante el garrote vil entre otros métodos, se construía a base de juicios militares, totalmente partidistas, de una transparencia inexistente, con jurados compuestos sólo de militares, etc., en la mayoría de los casos. Este procedimiento, el garrote vil es una máquina utilizada para aplicar la pena capital originaria del estado español, ¡qué gran honor ser creadores de semejante método de tortura! Estuvo vigente en este país legalmente desde 1820 hasta la abolición de la pena de muerte en la Constitución de 1978. Si la lesión producida por el garrote aplasta el bulbo o rompe la cervical con corte medular, se produce un coma cerebral y la muerte es instantánea.

Pero esto depende en gran medida de la fuerza física del verdugo y la resistencia del cuello del condenado, y la experiencia demostró que raramente sucedía así; la muerte solía sobrevenir por estrangulamiento, resultante de una serie de lesiones laríngeas e hioideas. Múltiples casos se daban en los que se alargaba la agonía del condenado. A título de ejemplo el informe médico de la ejecución del famoso Jarabo en 1958, observaba que la muerte no se había producido de forma instantánea, sino con "excesiva lentitud", el fallecimiento se produjo a los quince minutos, después de una verdadera tortura. Jarabo tenía un cuello poderoso y su verdugo, Antonio López Sierra era bastante débil físicamente. Se han producido casos aún peores en los que el reo ha muerto después de hasta media hora de espantosa agonía entre aullidos y contorsiones. Por todo esto parece que al menos el nombre es acertado ya que en su propia definición encierra toda su indignidad, su torpeza y su infamia hacia las personas condenadas a sufrirlo. Parece que con quitarles la vida injustamente no era suficiente, había que hacerlo miserablemente mortificando al condenado, inflingiéndole con alevosía todo el dolor posible. Le sentenciaban a traición y asegurándose de que su muerte fuera lo más dolorosa y lenta posible. Esto dice mucho del tipo de valores morales de Franco y sus secuaces. Implica una bajeza ética y un desprecio por la vida ajena tan brutal que no podemos dejar de tener presente en nuestra memoria nunca, Y menos aún cuando amparándose en la legalidad del procedimiento y en los pactos firmados en la posterior transición para no investigarlos, aún siguen sin ser condenados.

Como refleja acertadamente Aute en esos versos de su canción en homenaje a estas últimas víctimas, no consigo ponerme en el lugar de estas personas cuando vieran los primeros rayos de sol del día en el que iban a ser ejecutados. Ver el alba como un símbolo inequívoco de que su noche había llegado. El terror de la certeza de saber que tu vida se acaba. Y todo por luchar por lo que consideraban justo y por tratar de recuperar la libertad que te habían arrebatado por la fuerza.

Y no fue sólo la pena de muerte lo que utilizó el franquismo para asesinar, sino además, miles y miles de ejecuciones sin juicio previo, ni ningún tipo de defensa; tan sólo por sus ideales. Un exterminio sistemático contra toda rebeldía, como todo rasgo de lucidez, contra todo instinto de oposición al régimen. Derechos fundamentales de cualquier persona arrastrados por el barro como sus cuerpos. Y que aún hoy siguen ahí tirados a su lado, no les han sido devueltos a pesar de ser legítimos.

“El pasado es pasado y hay que dejarlo atrás”, dice alguna gente, pero si nada ha cambiado en todo este tiempo de democracia, el pasado sigue estando más presente que nunca y no se puede olvidar sin más lo que pasó. Es como si se les pide a las víctimas del terrorismo que olviden a sus familiares. Ni se nos pasa por la cabeza porque sabemos que tienen derechos. E incluso habiendo tenido la oportunidad de denunciarlo, de que los culpables sean juzgados y algunos y algunas estén cumpliendo condena, se les pide que lo olviden. Resulta fácil pues imaginar lo que debe ser cuando encima todos estos derechos como familiares de víctimas no se te reconocen en 35 años… La justicia debería ser igual para todos y todas, este es un claro ejemplo.

Si queremos mirar el presente y ser consecuentes, esto invariablemente se conseguirá si nadie olvida ni perdona. Es lo más congruente con las muertes impunes de tus seres queridos, desde luego. No desfallecer a pesar de que este estado te rechace sistemáticamente y te niegue. Aunque quiera cerrar tu boca y te pida que dejes de molestar con cosas que quedaron atrás. Y esto unido al hecho de que olvidar el pasado lleva irremediablemente a repetir los mismos errores, nos debe afianzar más todavía en esta lucha.

Por último, añadiré que desde luego comparto el saber perdonar al prójimo como valor ético en la vida ya que, si uno es un poco autocrítico, nadie está libre de pecado como para poder juzgar a otros u otras por los suyos. Pero cuando hablamos de asesinos es ridículo aplicar este precepto, porque nosotros y nosotras no somos asesinos y en comparación con los actos que ellos han llevado a cabo, sí estaríamos libres de pecado. Y además, alguien que atenta contra la vida de cualquier ser humano siempre debe ser juzgado y condenado, en el caso de que se demuestre que llevó a cabo este delito, por ello. Pues debe ser entonces que nuestras muertes valen menos, porque aún estamos esperando.

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1 comentario:

dan san dijo...

Que bueno que viniste Carlotis.

Un placer leerte.

Además me parece muy bien escrito.


bss