3/12/11

¿Unión fiscal?, ¡Vale!, pero, “de verdad”


Andaba yo aburriendo a mis infelices amigos con la monserga de que me parece muy buena la idea de la tan cacareada “disciplina fiscal” que nos exigen los mercados y sus “directores comerciales” en Europa (Mérkel y Sarkozy), siempre y cuando dicha “disciplina”, además de velar para que no se malgaste el dinero de los impuestos, se ocupe, sobre todo, de recaudar los impuestos necesarios para mantener el funcionamiento del Estado.
Andaba digo, en ello, sin saber cómo condensar la idea para expresarla y hacerla digerible en unas pocas líneas, cuando D. Xavier Vidal-Foch viene en mi ayuda publicando hoy, en el diario el País, el texto cuyo enlace adjunto “Esta unión fiscal ¿va solo de austeridad?” y va y me resuelve casi todo el “trabajo”
Efectivamente, ya va siendo hora de que los que “pagamos impuestos”, quiero decir los que “más los pagamos”, es decir los que pagamos Impuesto sobre los Rendimientos del Trabajo Personal”, dejemos de hacer el juego al “poder” aplaudiendo todas y cada una de las bajadas de impuestos que, curiosamente suelen afectar a todas las rentas que no se obtienen trabajando es decir:


El Impuesto sobre el Patrimonio
El Impuesto sobre los Rendimientos del Capital.
El impuesto de Sucesiones y Donaciones.
Aplaudimos como idiotas la supresión o rebaja de unos impuestos que, en general, a quienes vivimos de nuestro trabajo, no nos afectan; ya que no tenemos apenas “patrimonio”, ni “capital” que produzca grandes rendimientos. Y, cuando “heredemos”, heredaremos poco más de “tres reales”.
Aunque sólo fuera por esas razones “de conveniencia” debiéramos dejar de aplaudir “rebajas” de impuestos que no nos afectan personalmente.
Pero hay, al menos, otras dos razones mucho más poderosas que anoto brevemente.
La primera es que los antedichos impuestos vienen a gravar “lo que nos sobra” y lo que, en cierto modo,  “nos cae del cielo” (herencias, dividendos e intereses bancarios), para cuya obtención no hemos tenido ni que salir de casa.  
La segunda, éticamente aún más importante, es que es vergonzoso y un mensaje perverso incentivar el “rentismo” frente al “trabajo”.
La trampa en la que caemos es no darnos cuenta de que, cuando se rebajan los impuestos, lo que se está es restando poder al Estado para garantizar los Derechos de  los Ciudadanos.
Igual que cuando se “aligeran” las cotizaciones sociales de las empresas, lo que se está haciendo es socavar el sistema de protección social de los trabajadores (y de quienes de ellos dependen).
Por eso, en cuanto a la “armonización fiscal” . . .
Si es así, si vamos a tener unos impuestos como los alemanes, los franceses, los belgas, los holandeses, o los daneses (que tampoco es que sean países excesivamente “marxistas”, ni de los que el capital “huya”, ni que tengan más desempleo que nosotros), me apunto,
 ¡Viva, la disciplina fiscal!
Meditemos, hermanos.
Saludos.

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