Llevaba,
desde el momento en que tuve conocimiento de la nueva “ocurrencia” (o algo
peor) de nuestro cada vez más patético e irresponsable presidente de gobierno,
buscando un modo de hacer entender a mis amigos y conocidos que, incluso estando de acuerdo
(que yo no lo estoy), con el planteamiento que subyace en la reforma
constitucional que pretenden aprobar a nuestras espaldas, es impresentable (e
imperdonable) el hurtar a los ciudadanos, tú, yo y el otro, la posibilidad de
expresar su acuerdo o desacuerdo al respecto.
Y más
aún cuando la “bendita” modificación no va a entrar en vigor hasta, como poco,
el año 2018.
Hoy
en la página de Attac he encontrado no tanto un razonamiento, que también, sino
sobre todo, una consigna.
Y eso
es lo que propongo, a los que estamos en desacuerdo con la propuesta y también a
los que estén de acuerdo.
Nuestra
dignidad de ciudadanos no debe admitir, ni dejar sin sanción, ese desprecio a
nuestro derecho a decidir, o, al menos, a expresar nuestra voluntad en un
asunto que nos concierne tanto desde el punto de vista moral como desde el
material.
Por
eso llamo “a tirios y troyanos” a conjurarnos para no votar a ningún partido
que no exija expresamente en el Parlamento la celebración de un referéndum para
aprobar o rechazar la inclusión de una clausula mercantil en un texto que únicamente
debiera hablar de principios morales, derechos y obligaciones (ciudadanas).
Comprendo
que eso es duro, y algunos dirán que, como la derecha no “vota”, sino que “ficha”,
es darles ventaja.