26/1/12

Contra el olvido

En los días posteriores al fallecimiento de D. Manuel Fraga Iribarne, expuse mi parecer de no contribuir a ensuciar su memoria recordando los episodios más indignos de su actuación política.

Todo ello por mero respeto al difunto y a los sentimientos de sus familiares y allegados.
Por eso suscribí, y difundí, el texto de Ignacio Escolar en el que, haciendo gala de ese respeto, se limitó a recordar los nombres y apellidos de 7 ciudadanos asesinados en circunstancias y por causas a las que las manos del finado D. Manuel no fueron ajenas. 
Incluso en algún caso fueron responsables directas.

Es muy posible que D. Manuel no hubiera podido torcer los designios de la Brigada Político Social y el aparato represivo del franquismo en los casos de los asesinatos de Julián Grimau y Enrique Ruano y tan sólo le corresponda la vergüenza de la complicidad moral con sus autores y el encubrimiento de dichos asesinatos disfrazándolos de suicidios, sin que se le pueda achacar la inspiración, autoría intelectual o autoría material.

Pero, años después, hubo otro episodio en el que, él, fue el instigador y responsable de unos hechos que acabaron con la vida de 5 ciudadanos que murieron tiroteados por la policía enviada bajo sus órdenes directas (era Ministro de Interior) a disolver una asamblea de trabajadores que se celebraba en una iglesia en la ciudad de Vitoria.

Hoy un viejo amigo me manda esta imagen.

Y viendo los rostros de esos jóvenes, casi niños, siento que tengo la obligación de mandároslos a todos los que me rodeáis y soportáis.

A los mayores, para que recordemos y no olvidemos de dónde venimos.

A los menos mayores para que conozcáis la historia de este país y valoréis la necesidad de defender, desde las ideas, la Libertad que, mal que bien, conquistamos entonces y disfrutamos ahora.

Y a los familiares de estos cinco muchachos, como gesto del respeto y el afecto que, a mí personalmente, me merecen. 

Mucho más que el difunto D. Manuel, que en paz descanse.

Aprovecho para adjuntar dos enlaces a la estremecedora y hermosa canción (Campanades a Morts) que el cantautor catalán Luis Llach les escribió la misma noche de los asesinatos, cuando aún solo habían muerto tres personas.

Uno de ellos explica la historia y aporta la letra, en catalán y en castellano.
Campanades a Morts (historia, letra y vídeos)

El otro, más impresionante y más profesional, liga la canción con la memoria de los bombardeos del país vasco en los días de la guerra civil. 


Saludos. 


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