21/3/12

La urgencia del multilateralismo democrático

No es la primera vez que me remito a un artículo de opinión de ese peligroso activista antisistema llamado Federico Mayor Zaragoza.
Y lo digo sin sorna, porque pienso que este “boticario” de traje y corbata impolutos, que arrastra tras sí, sin poderlo negar ni ocultar, la pesada carga de haber sido Catedrático, Rector, Subsecretario (con Franco), Diputado (con la UCD) y Director General de la UNESCO, entre otras cosas, este hombre, digo, a sus 78 años, sigue siendo una persona extremadamente lúcida y, lo que es más difícil con ese “currículum”, extremadamente decente y verdaderamente comprometida con la Democracia y la Humanidad.
Y que conste que no me paga por el panegírico.
Y digo que es un peligroso activista antisistema porque, sin quitarse la corbata, ni perder su buena educación, es capaz de señalar y poner en evidencia, con notable precisión, la corrupción de cuello duro (la diplomacia) que en los últimos veinticinco años (desde la caída de la URSS) ha venido instalándose, sin tapujos, en todos los organismos supranacionales convirtiéndoles en meras marionetas del Poder Financiero y su brazo armado, el Poder Militar de los EEUU.
Por eso, y porque ni los sindicatos, ni los partidos, ni el 15-M, ni la mayoría de los ciudadanos, prestamos atención a ese lado oscuro del poder político, es por lo que pienso que sus reflexiones y sus propuestas son, a medio plazo, tan necesarias y eficaces como la desobediencia civil y las manifestaciones de la gente de a pié (entre la que me incluyo).
Pensemos que todas las barbaridades y agresiones que venimos viendo día a día se perpetran en nombre y con la bendición de la ONU, del G-20, de la OMC, del FMI, del BM, del BCE, y de cuantos organismos se crearon en su día precisamente para impedirlas.
Supongo que, a estas alturas, ya te habré quitado las ganas de seguir leyendo; pero, por si acaso, te remito a un artículo de este buen señor, publicado el sábado pasado en El País que, a mi juicio, bien vale los 6 minutos que ocupa su lectura.
No descubre nada nuevo; pero, como digo, apunta sobre algunos objetivos que no debemos descuidar, independientemente de lo que hagamos a diario.
Se trata de recuperar la legitimidad del sistema.
Y para ello habrá que barrer las calles, los despachos y, también, los organismos donde se emboscan los amos del mundo.
Saludos.

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