Escribo
esto, tanto para curarme a mí mismo, como para prevenir al respetable contra la
flojera moral que (al
menos a mí)
nos invade al comprobar cómo el “sistema”, el tan denostado e impresentable
sistema, se las ingenia para sacar de vez en cuando un conejo de la chistera en
el momento en que parecía más desprestigiado y próximo al colapso.
Anoche,
a altas horas de la madrugada y en vísperas de agotar, una vez más, una de las “ultimas”,
“ultimas (no
es error de transcripción) oportunidades” para salvar el Euro, salvar
Europa y salvar el mundo, los “cabezas de huevo” del tinglado se sacaron de la
manga un “compromiso” (maravillosa
palabra)
por el cual la Sra. Mérkel aceptará lo que juró no aceptar mientras viviera y el
Sr. Rajoy hará lo que prometió no hacer bajo ningún concepto.
Y
todos los presentes se conjuraron para “delegar” la capacidad de decisión de sus
respectivos países en “Europa”.
Pero,
eso sí, sin consultar a sus respectivas ciudadanías, que ya se sabe que la
gente a veces no sabe lo que le conviene.
Y
nosotros aquí, "en ascuas", "impacientes" por saber el resultado (de la
Eurocopa),
mientras nos anuncian una nueva tanda de recortes y nos roban nuevamente la
cartera.
En
esas circunstancias, y con el calor reinante, uno encara el fin de semana con
la moral de un pelotón “en retirada”.
Por
eso es por lo que, convencido como estoy de que nada ha cambiado, de que
nuestros gobernantes no han enderezado ningún rumbo, de que no han resuelto
ningún problema, me sublevo contra la desgana y sigo “erre qué erre”.
Lo
cierto es que lo único que han hecho es concederse a sí mismos un nuevo plazo
para seguir intentando seguir subidos en el carro del poder.
Podría
decirse que, al igual que los consejos de administración de las Cajas, se han
limitado a refinanciar su propia insolvencia para aplazar el momento de “la
quiebra”.
Mientras:
la realidad sigue siendo que: “el sistema” hace aguas, que nos empeora las
condiciones de vida, que asfixia la creación de riqueza (real) y destruye
puestos de trabajo útil y honesto y, en suma, va dejando tras de sí un rastro
de cadáveres, de derechos cercenados, ilusiones perdidas y persona rotas.
Todo
ello será el fermento de un cambio que, aunque cueste y aunque tarde en
producirse, es ya irreversible.
Entretanto,
tenemos que conformarnos con lo menos malo de lo que tenemos y aguantar los
caballos.
Buen
fin de semana.
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