No
lo digo yo. Lo dice Santiago Niño Becerra.
Y
ese es nuestro mayor riesgo.
Los
amos del universo ya son conscientes de que su tiempo se acaba y estamos cerca de descubrir que: El dragón era
de cartón, y nos atemorizaban con nuestro propio miedo.
Y, entonces, intentarán "parar la partida" y ofrecernos “la revancha”, empezando un nuevo
juego.
Ellos
con todos nuestros derechos y servicios en manos del “mercado” (sus empresas,
sus concesiones administrativas y sus negocios).
Ese
día, si somos lúcidos, debemos guardar memoria de quienes fuimos y cómo nos
robaron y no conformarnos con reconquistar parte de lo perdido, sino, además,
ir dando los pasos para desmontar (deconstruir se dice ahora) el tinglado. (No quiero
que mi marido ya no me pegue. ¡Quiero el divorcio!)
Y
eso solo será posible si enterramos parte de nuestras malas costumbres.
Quizá
lo único bueno de “la crisis” sea el permitirnos valorar lo que tuvimos y aún
tenemos.
Entretanto,
crucemos los dedos para que nuestros gobiernos no terminen de saquearnos
malvendiendo o comprometiendo lo mucho que aún nos queda, que es la razón última (aunque
no la causa original) de esta agresión.
Empecemos
a "hablar" y a exigir responsabilidades y auditorías.
Impugnemos
(judicialmente) todo aquello que sea manifiestamente impugnable, como paso
previo a su paralización. (El Algarrobico no hubiera sido
posible pararlo si previamente no se hubiera abierto la vía judicial)
Y,
también, para legitimar (sin prescripciones por el paso del tiempo) la exigencia
de responsabilidades penales y económicas, o la recusación de las deudas (odiosas,
execrables, o ilegítimas) como podría ser el caso de las impuestas a los Estados
bajo amenazas a sus ciudadanos.
Hay
mucho que hacer.
Pero
para ello previamente tenemos que estar convencidos de nuestra razón y de que
"es posible”
Aunque
costará mucho y no lo obtendremos todo.
En
mi opinión vale la pena.
Para,
al menos, poder decir que fuimos “buenos antepasados”
Saludos.
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