Buenas noches:
Como
en otras ocasiones, empiezo por advertir que sobre el asunto “del carbón” tengo
un notable desconocimiento y, por esa razón (la ignorancia es atrevida), me
permito opinar al respecto.
Echando
la vista atrás no puedo dejar de pensar en que los mineros, hace un par de
siglos y en el siglo pasado, han sido la vanguardia de la “clase obrera”, por
delante inclusive de los metalúrgicos.
Fueron
ellos quienes se las tuvieron tiesas con el poder económico y político y, a
costa de mucho sufrimiento personal, consiguieron no sólo mejorar sus
condiciones de trabajo sino, sobre todo ganarse el respeto de la ciudadanía, dignificar el concepto de Trabajo y acuñar la palabra Derechos.
Hoy,
cuando ya no nos reconocemos como clase obrera sino, como mucho, como “asalariados”,
siguen teniendo mi respeto por sus personas y por sus reivindicaciones.
Sin
embargo, tengo la sensación de que, como decía Atahualpa Yupanqui en EL PAYADOR PERSEGUIDO “El trabajo es cosa
buena,/es lo mejor da la vida;/pero la vida es perdida/trabajando en campo
ajeno./Unos trabajan de trueno/y es para otros la llovida”
Y,
en este caso, bien pudiera ocurrir que los mineros estén sirviendo los
intereses de un empresario llamado Victorino Alonso García
que, desde los años 80, tras ir comprado empresas mineras en quiebra, se ha convertido en un poder fáctico intocable
que monopoliza y vive a costa de las subvenciones utilizando los puestos de
trabajo y a los mineros como escudos humanos de sus turbios negocios. (compraba
las empresas a la vez que se declaraba insolvente y nunca nadie le investigó)
Y
ello con la, para mi incomprensible,
complacencia y apoyo de unos Sindicatos que en los últimos 40 años no parecen
haber encontrado ninguna otra salida digna a una actividad que, por muchas
razones, está condenada a su desaparición.
Dicho
sea, desde mi confesa ignorancia y con todos los respetos.
Saludos.
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