18/6/12

Vergüenza

Xabel Vegas (larga vida a Manta Ray), sigue acertando en sus análisis. ¿Sabias que la extrema derecha tiene porcentajes mayores en Bélgica, Francia, Austria o paises Nórdicos que en Grecia?

El 17 de Junio de 2012 pasará a la historia como uno de los días más vergonzosos de eso que sarcásticamente se conoce como construcción europea. Las elecciones en Grecia se han celebrado en una suerte de estado de excepción democrático en el que los líderes europeos, con Merkel a la cabeza, no han ahorrado amenazas y coacciones a los ciudadanos helenos para que votaran a los partidos que defienden el establishment del rescate y de los ajustes. La mayoría de los medios de comunicación europeos han contribuido a esa tarea caracterizando a Syriza como “extrema izquierda” y dando a entender que su victoria supondría el abandono de Grecia del euro, a pesar de las declaraciones de Alexis Tsipras desmintiéndolo.

Incluso la insistencia en resaltar los resultados del los neonazis de Amanecer Dorado han sido desmesurados porque, siendo preocupantes, quedan muy lejos de los porcentajes que alcanza la extrema derecha en Francia, Austria, Bélgica o los países nórdicos, máxime si tenemos en cuenta la situación de desestructuración social que vive Grecia. El mensaje de la radicalización del pueblo griego, tanto a izquierda como a derecha, ha sido una constante en las últimas semanas, como si se tratara de dar a entender que el voto a Syriza era tan extremista como el voto a los neonazis. Una manipulación tan burda del programa de la izquierda griega que avergonzaría a cualquiera que se llamase a si mismo demócrata.

No se puede negar, no obstante, que las elecciones griegas han sido limpias y democráticas, al menos en su aspecto formal. Los ciudadanos han escogido, con una ligerísima ventaja, a aquellas formaciones que tendrán que gobernar en los próximos años y aplicar unos recortes que harán aun más insoportable la situación para los griegos. Alemania obliga. Pero el espectáculo lamentable de amenazas en los últimos días ha puesto de manifiesto lo que ya era una verdad a gritos: que para las élites europeas la democracia no es más que un estorbo que dificulta la aplicación de unas políticas económicas que nos han llevado al abismo en nombre de los mercados.

Se podrá decir que la victoria de Syriza habría creado mayor volatilidad en los mercados de deuda pública y que la consecuencia podría haber sido una helenización de España e Italia que pondría en peligro la misma existencia del euro. Pero a nadie se le escapa que esto no habría ocurrido sin la intransigencia de Alemania, que ha condenado al pueblo griego a una tercermundización durante décadas con unos planes de ajuste tan injustos como ineficaces. Y está por ver que realmente la situación económica en Europa consigan calmarse con los resultados griegos, toda vez que el desplome de la prima de riesgo española e italiana que se insinuaba no se ha producido a la apertura de los mercados.

En Grecia ha ganado el voto del miedo, si bien eso no sirve para impugnar unos resultados electorales legítimos. Pero una lectura más pausada de lo ocurrido nos dibuja un escenario incierto. Los conservadores de Nueva Democracia, responsables del ocultamiento del déficit que dio origen a la crisis griega, tendrán que gobernar en coalición con otras formaciones. El PASOK, su compañero de ajustes, anunció ayer que rechazaría entrar en un gobierno sin la presencia de Syriza, lo que llevaría a una nueva repetición de las elecciones que complicaría aun más la situación económica en Europa. Pero todo parece indicar que finalmente los socialistas estarán en el nuevo gobierno con o sin la formación de Tsipras, que ya ha anunciado que no participará en el ejecutivo. Y conviene no olvidar que el concepto de “victoria pírrica”, como el de democracia, también nació en Grecia.

A pesar de no haber logrado ganar las elecciones, los resultados de Syriza son espectaculares. En apenas tres años ha pasado de un 4,6 % de los votos a un 26,8 %, doblando los resultados del PASOK y convirtiéndose en la principal fuerza de oposición en Grecia. Y todo ello con un sistema electoral especialmente injusto, que le concede un bonus de 50 diputados a la formación ganadora, lo que distorsiona enormemente la voluntad del pueblo griego y la representatividad de su parlamento.

El papel que los ciudadanos le han otorgado a Syriza supone un grito contra unas políticas económicas que, de la mano de Merkel, han conducido a los países de la periferia de Europa a un desmantelamiento del Estado del Bienestar. Ojalá el ejemplo de Grecia prenda la mecha del descontento en otros países que están viviendo situaciones muy graves, empezando por España. Se trata de combatir esa Europa de dos velocidades, con un Norte más rico y un Sur más pobre, que además de dejar a millones de ciudadanos en los márgenes del sistema está conduciendo a una concepción folclórica de la democracia donde vale todo, incluso la amenaza, para lograr los resultados deseados por quienes mandan. Y sobre democracia Atenas tiene aun mucho que decir.

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