12/9/12

11 de Septiembre (un nuevo melón abierto)

Alguno de mis amigos, con algo más de conocimiento de la historia que yo, me recordaba que ayer, 11 de septiembre, era (escribo ya a toro pasado) el día en que en Cataluña se celebra la caída de Barcelona.

“Y no hay que olvidar la DIADA, conmemoración de la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas al mando del duque de Berwick durante la Guerra de Sucesión Española el 11 de septiembre de 1714, tras catorce meses de sitio. Así, también se recuerda la consiguiente abolición de las instituciones catalanas tras la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, en 1716.
Supongo que es el único pueblo que conmemora una derrota.
Salud.
Salvador
Y, a la vista del aparente gentío que se ha echado a la calle, me temo que tenemos un nuevo “melón” abierto.
El problema con los melones es que, abiertos, se conservan bastante mal y la degustación de este del independentismo nos puede resultar de “digestión pesada”.
No voy a ocultar mi escaso (por no decir nulo) entusiasmo por los nacionalismos debido a mi opinión de que, en general, responden a sentimientos más bien tribales y poco solidarios, lo cual no es excesivamente “edificante”.
Y, sobre todo, a que su historia, pasada y reciente, la escriben (también, en general) personajes con pocos escrúpulos que no dudan en alentar (a su conveniencia y midiendo cuidadosamente la intensidad y los tiempos) los más bajos instintos que todos llevamos en nuestros genes para mantenerse subidos en el machito del victimismo y la reivindicación en provecho propio.
Y, dicho esto, pido disculpas a algunos amigos que simpatizan, se sienten, o son nacionalistas sin por ello ser, ni insolidarios, ni especialmente tribales, ni mucho menos tontos.
No es a ellos (personas) a quienes me refiero. Y cuentan con todo mi respeto igual que los que hoy se han echado a la calle en Barcelona.
A estas alturas ya me están silbando los oídos y supongo que me estará bien empleado por  disertar de lo que “no entiendo”.
En todo caso, mi intención es intentar reflexionar sobre los resultados de que los ciudadanos (los de a pié) nos dividamos entre euskaldunes, catalanes, maketos y charnegos (por referirme tan sólo a las dos naciones con mayor arraigo popular) y distraigamos nuestras fuerzas en llamarnos putos y cañutos unos a otros y restregarnos ¿quien puso máaaas? en lugar de concentrar nuestro esfuerzo y nuestra escasa artillería en sacarnos de encima a quienes nos están jodiendo la vida.
Y, a esos efectos, el ejemplo de Cataluña me viene al pelo.
Hoy, los sujetos que están esquilmando desde el gobierno de la Generalitat los derechos y los servicios sociales de los catalanes, estarán encantados de poder redirigir el cabreo y el descontento contra andaluces y extremeños.
Y, peor aún, “la gran tarántula” que tejió la tupida red del “libre mercado” estará babeando de gusto al comprobar que, en lugar de agruparnos para alcanzar el tamaño de un ratón (que no podría devorar) nos subdividimos hasta convertirnos en simples mosquitos.
Y, además, nos herimos unos a otros, aunque sin matarnos (tengo entendido que, a las arañas, las presas, les gustan vivas).
Pero lo hecho, hecho está. Y, nos guste o no, no es posible mirar hacia otro lado.
Mi ilusión, visto el paño, es que, ya que no podremos salir marcha atrás (aunque Rosa Díez se empeñe) del pantano de las 17 autonomías (y café para todos), salgamos "marcha alante" por el lado del federalismo.
Tenemos una monarquía que, como el pescado, empieza a apestar.
Tenemos una constitución que se pinchó (la pincharon) con el clavo de la limitación de  “déficit público” y por tanto habrá que recauchutarla. O sustituirla.
Y, sobre todo, tenemos un sistema económico, llamado capitalismo y administrado por una pandilla de vampiros, gangsters, parásitos y perros falderos, que se están merendando nuestra despensa y nos van a someter a esclavitud.
Y nosotros, tras el ejemplo de los Balcanes (y otros igualmente lamentables), agitando trapos de colores y dispuestos a partirnos la cara y plantarnos en Bruselas a pedir el ingreso como Nación (me refiero a mi barrio, naturalmente).
Entretanto, a los griegos que les den por saco (por vagos) y a los portugueses también (por tristones).
Porque Europa es sólo “para quien pueda pagársela”. Aunque inicialmente no fue eso lo que nos dijeron.
Yo me apunto al federalismo.         
De momento, voy a ver si ducho a mi difunto padre.
Y mañana haré el recuento de daños.

Saludos y buenas noches.

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