19/10/12

Eurovegas ya funciona



Aunque nadie nos hemos enterado, lo cierto es que el “casino” de Eurovegas lleva abierto un par de años y en este periodo ya se han cruzado numerosas apuestas, aunque de momento no sepamos, ni los nombres de los ganadores, ni el importe de los premios.
Evidentemente no se trata de mesas de ruleta francesa o americana, blackjack, dados, o bacarrá.
En estos momentos el juego que se practica es una partida de póquer en su modalidad más habitual (la que todos conocemos) llamada póquer tapado.
Es decir sin que (es un suponer) se conozcan las cartas de los distintos contrincantes.
Lo lamentable es que se trata de una partida en la que un grupo de tahúres se han conchabado para desplumar a un incauto.
El incauto es el ciudadano español que será el pagano (a costa de su bolsillo, o a costa de sus derechos) de las ganancias que se embolsarán los tahúres.
Los tahúres son varios y de distintos pelajes, empezando por un señor norteamericano dueño de otros casinos y con ciertos líos judiciales a sus espaldas, que ha prometido crear 200.000 puestos de trabajo (en Madrid) pese a que en todo su “imperio” repartido por el planeta el número de sus empleados es de 40.000.
Otros tahúres (con perdón) son los propietarios (y “conseguidores”) de suelo de los 3 o 4 posibles emplazamientos que a estas alturas ya han realizado sus apuestas y mercadeado con las opciones de compra de dichos suelos.
Y finalmente, y aunque no sea muy edificante su participación,  están  los dueños de la baraja, quienes, pese a que son quienes reparten las cartas y definen las reglas del juego y por tanto debieran abstenerse de jugar, no se recatan de apostar por determinados jugadores.
Y así en esos momentos, mientras estamos pendientes de que finalmente se destapen las cartas, nos vamos enterando de que nuestra anterior Presidenta Regional (Doña Esperanza Aguirre-Newman), aunque no sabe nada concreto, tiene la “intuición” de que los terrenos serán los de Alcorcón.
Y, ojo al ojo de la Expresidenta: que, por lo visto, también tuvo hace años la intuición de que la estación del AVE de Guadalajara caería a 11 Km. de la ciudad. Y atinó, vaya si atinó.
Simultáneamente desde otras instancias se nos recuerda muy oportunamente que, en cualquier momento, se retomará el proyecto del aeropuerto de Campo Real (junto a Paracuellos).
Y, entretanto, “el señor de los casinos” se reúne con unos (en la Moncloa), cena con otros (en la calle Escorial) y probablemente va engatusando a todos para que le abaraten el suelo, le abaraten el pellejo de los trabajadores, le abaraten los impuestos y le permitan fumarse un puro.
Es más; con un poco de suerte puede conseguir que usted y yo, que nunca hemos pisado un casino, pongamos el dinero para comprar el suelo y construir los edificios por la vía de “la inversión” de la Comunidad de Madrid en un proyecto de Interés regional.
Para los maestros, la sanidad, o la dependencia no tenemos ni un Euro. Pero para el casino, igual sí.
O sea que, como decía al principio, Eurovegas ya está funcionado como lugar de apuestas y se mueven importantes “premios”.
A mí me gustaría que este asunto se quedara en esta fase.
Que los unos se hicieran ricos a costa de los otros (buscavidas todos) y al final todo el proceso se paralizara con los menores daños posibles.
Esa sería la única manera de que la factura final no la pagáramos los ciudadanos, a costa de nuestros bolsillos,  a costa de nuestros derechos, o de nuestra dignidad nacional de la que tanto se alardea últimamente.
Pero soy consciente de que quizá eso sea mucho pedir.
Aparte de las ganancias a costa del suelo, quedan pendientes las ganancias de los constructores (y sus comisionistas) y las de los bancos, que en los últimos años hacen su mayor negocio financiando negocios ruinosos ajenos y cargándole las pérdidas al odioso e ineficiente Estado (usted y yo).
Hoy, sin ir más lejos, y estando completamente sobrio, he creído leer que una de las soluciones que se barajan para el aeropuerto de Castellón es . . . ¡ampliarlo!
Eurovegas ya funciona. Se admiten apuestas.   

Saludos.

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