O,
al menos, así lo pienso yo. “La Marea”
A
mis hijos, e incluso a algunas personas ya talluditas (pero aún algo más jóvenes
que yo), les sonará a chino si menciono las revistas “Cuadernos para el diálogo”
o “Triunfo”.
Sin
embargo somos muchos los que aún recordamos aquellas dos publicaciones (sin prácticamente
fotografías, ni imágenes) que en los años 60 y 70 eran tal vez el único reducto
de reflexión política, con la condición -eso sí- de saber leer entre líneas, disponer
de tiempo y tener una disciplina lectora y un interés más que notables por la
situación política de este (aquel) país.
Cuento
esto porque, pese a lo “plomiza” que podía resultar su lectura, eran muchas las
personas que, en aquel desierto cultural y político que era la España de
entonces, las compraban y, más difícil todavía, las leían.
Y
lograron salir adelante desde los años 60, partiendo del franquismo de entonces hasta el capitalismo de casino de ahora,
pasando por un periodo de espejismo sociopolítico que se llamó “La Transición”
y acabó con la existencia de ambas (1978 Cuadernos, y 1980 Triunfo).
Pues
bien, quizá porque el nivel de incuria política y desinformación actuales
vuelve a superar el umbral de lo “aceptable”, una serie de profesionales, periodistas
y escritores han vuelto a poner en marcha distintos proyectos informativos que,
afortunadamente, parece que se van consolidando.
Unos
en formato de prensa diaria (todos digitales) y otros de lectura más reposada,
con periodicidad mensual, o trimestral, de contenido más “denso” e intemporal.
Uno
de éstos últimos -y a mi juicio francamente recomendable- es “La Marea”
Me
suscribí a la Marea el pasado mes de enero (me la mandan a casa por correo mensualmente)
y, aunque desde el principio me pareció una buena “inversión” (palabra que, en
general, detesto), me abstuve de cantar sus excelencias a mis amigos hasta no
convencerme del todo.
Ha
pasado ya ese tiempo y hoy, coincidiendo con una campaña de la propia revista,
me uno sin reservas a recomendarla a quienes tengan interés en conocer (con
bastante solvencia) el trasfondo de muchas de las informaciones que diariamente
nos llegan en forma de “comida rápida”, o conocimiento de “usar y tirar”.
Ni
me molesto en contar la miseria (económica) que supone la suscripción anual,
pero diré las siguientes cosas:
1ª Que está muy bien editada (en un papel reciclado
excelente y con muy buena maquetación).
2ª Que aborda temas muy poco conocidos y de
manera muy original.
3º Que, o mucho me equivoco, o aporta una
información muy fiable y concienzudamente trabajada.
4º Que no es un producto “perecedero” (de
hecho tiendo a repasar alguna vez asuntos de revistas atrasadas)
5º Que tan solo por acceder a los artículos
de Isaac Rosa y las viñetas de Vergara ya valdría la pena la suscripción (Y eso
teniendo en cuenta que estas dos colaboraciones no son más que algo así como la
pimienta que se pone en un buen plato).
6º Que, al igual que ocurre con otras
publicaciones similares, este tinglado es el púlpito de muchos y muy buenos
periodistas y cabezas pensantes que -precisamente por serlo- no tienen cabida
en otros medios comerciales “de masas” (menguantes).
En
fin, que cada cual haga lo que guste; pero pienso que, aunque estoy convencido
de que el actual sistema socioeconómico va a conseguir fagocitarse a sí mismo sin ayuda de nadie, no
estará de más que -cuando llegue el momento de “proponer” (u “optar”) tengamos
un juicio medianamente formado (e informado) que nos permita “mear por nuestra propia
bragueta” en lugar de salir andando tras el primer "flautista" que pase por
nuestra puerta.
Perdón
por el sermón
Saludos
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