9/1/15

Sin (apenas) Comentarios (XVIII) “Con comentario”


Hace exactamente un par de días, mientras escuchaba la información del asesinato de doce personas (trabajadores y dos policías) en las oficinas de la revista Charly Hebdo, por parte de unos fanáticos descerebrados, recibí de mi santa esposa una áspera reprimenda cuando, tras condenar (no recuerdo bien cómo) dicha infamia, osé comentar que una parte de este fanatismo es financiado por Arabia Saudí y alentado por la barbarie de las guerras deliberadamente provocadas por “occidente” en los países de oriente medio y el norte de África simplemente para seguir manteniendo la tensión en la zona, frenar a Rusia e Irán y garantizar la impunidad del impresentable y depredador gobierno israelí.
Me vino a decir que, ante estas salvajadas, no puede uno andarse con matices ni reflexiones colaterales.
Ayer por la tarde, D. Isaac Rosa publicó en eldiario.es un lúcido y emotivo artículo (Temblando sobre el abismo) en el que, en cierto modo, venía a corroborar dicha opinión.
Y sentí una cierta vergüenza por pretender “razonar” ante los cuerpos aun calientes de las víctimas.
Sin embargo, pese a ello, me quedaba la comezón de pensar que si sólo nos limitamos a “condenar” nos estamos condenando a ver repetida (antes o después) la misma escena.
Y hoy, felizmente, otro humorista y filósofo social (Casi todos lo son) ha venido desde las páginas de Público.es a sacarme de dudas.   
Quizá mi hijos y la gente de su edad no recuerden cuando, en 1979,

el gobierno norteamericano, con el fin de meter el dedo en el ojo a una Unión Soviética de influencia menguante (Pero todavía determinante en el tablero político), "fabricó" (Financió, entrenó, armó, animó y justificó mediáticamente) unos imbéciles fanáticos (valga la redundancia) que inicialmente se dedicaron a atizar la guerra civil en Afganistán.
Afganistán se había convertido (medio democráticamente) en un estado “socialista” (República democrática de Afganistán) y había solicitado la ayuda del ejército soviético para intentar contener a “esos” islamistas que con financiación de Estados Unidos, Francia y otros países pretendían derrocar al gobierno y posteriormente se revolvieron contra la mano que les daba de comer y se adueñaron del país, dinamitando las gigantescas estatuas de buda y el más mínimo resquicio  de civilización y libertad (sobre todo de las mujeres).
Y probablemente, ni mis hijos, ni tampoco mucha gente de mi edad (Entre la que me incluyo), sepamos a ciencia cierta cómo todo aquel embrollo (Y carnicería) se fue enredando hasta llegar a la aparición de los “talibán” en la guerra que enfrentó a Rusia (La URSS ya había desaparecido) con la república de Chechenia.
Esos mismos descerebrados, capitaneados por un tal Osama Bin Laden a quien la CIA había puesto en escena para tocar las narices a Rusia, fueron quienes el 11 de septiembre de 2001 derribaron las torres gemelas de Nueva York.
Y aquí lo dejo.
Me limito (Tras condenar sin paliativos los asesinatos y cagarme en la madre que parió al fanatismo) a sugerir que quizá, además de solidarizarnos con las víctimas, sus familiares y sus amigos, debiéramos meditar si, como dice Alfons López, no estamos siendo víctimas de los monstruos que nosotros mismos vamos creando y alimentando.
Saludos.  

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