No
voy a cansar la vista de nadie con mi
manido comentario previo.
Pero
a la vista de la “ola de indignación” que
observo estos días, levantada por las “trapacerías” de unos bobos que no
previeron que, cuando uno se va a dedicar a meterle el dedo en el ojo al poder ,
le van a llover palos hasta en la foto del carnet de identidad, y además (en
lugar de dar la cara y reconocer su mala actuación pasada), pretenden como ya
hizo Dª Tania Sánchez, hacerse de nuevas o intentar vestir al santo, creo que
vale la pena dedicarle un par de minutos a leer este artículo.
Pienso
que estamos siendo unos mentecatos cuando, sin meditarlo, nos sumamos al
rasgado de vestiduras y condena sumarísima de unas personas que evidentemente
han obrado mal y si tienen cuentas pendientes con la administración deberán
saldarlas y, además, hacer público “propósito de enmienda” de no volver a
incurrir en tales conductas al menos mientras representen a alguien más que a
sí mismos.
Pero
meter en el mismo saco que el de la corrupción y el saqueo de dinero público,
el clientelismo, y lo que habitualmente se denomina (con consentimiento de
Hacienda en muchos casos) “optimización fiscal” se me antoja una estupidez y un
inmenso regalo a los ladrones y corruptos que en este momento están seriamente
preocupados porque llegue gente nueva a sus despacho y “abra los cajones”.
Yo,
desde luego, me niego a entrar a este trapo.
Y,
de paso, a los listillos les ruego: en primer lugar un poco más de entereza para
reconocer las “zurrapas” de sus propios
historiales. Y, a continuación (Y tras pagar el precio que proceda) que
no vuelvan a incurrir en semejantes miserias (morales)
Saludos.